Anatomía del comal

El comal es la perfección de un objeto que encarna la tradición, estética y simbolismo de la cultura mexicana. El comal tiene sus raíces en la época prehispánica de Mesoamérica. Su nombre proviene del náhuatl comalli y representa un puente entre generaciones, fuego, barro, humo y masa. En cada tortilla que se levanta al aire caliente late una historia antigua; en cada borde tostado, el eco de manos artesanas.

Anatomía

La anatomía del comal revela cómo cada elemento se une para dar vida a un objeto elegantemente sencillo y esencial en la cultura culinaria mexicana. Su superficie circular, plana o ligeramente cóncava, constituye la base donde se preparan tortillas, se tuestan semillas o se tateman chiles. Tradicionalmente se fabrica en barro cocido, aunque con el tiempo también se han empleado piedra volcánica, hierro fundido o lámina de acero, materiales que responden a la disponibilidad local y a las necesidades de cada comunidad. Los comales de barro, más gruesos, tardan en calentarse pero retienen el calor por más tiempo, mientras que los metálicos, más delgados, responden con rapidez a los cambios de temperatura.

Tradicionalmente, el comal se coloca sobre tres piedras conocidas como tenamostes, que permite que el fuego de leña lo abraze de manera uniforme; hoy, en cambio, muchos se adaptan a estufas de gas y hornillas modernas. Su grosor, tamaño y acabado determinan la manera en que distribuye el calor, pero siempre conserva la misma esencia: una superficie noble y confiable que recibe la masa y la transforma en alimento.

Curado

Antes de usarse, el comal de barro se somete a un proceso de curado, en el que se aplica una mezcla de agua con cal para evitar que los alimentos se adhieran a la superficie. Este ritual de preparación se repite con el tiempo, renovando la capa protectora conforme se desgasta.

El alma de la cocina de humo

Hablar de un comal es hablar de fuego y humo, de esa alquimia invisible que impregna los alimentos y llena de memorias la cocina. El calor directo de las brasas o la leña transmite al comal un carácter único: cada tipo de madera, cada intensidad de fuego aporta matices de sabor y textura que ninguna plancha industrial puede reproducir.

El proceso de curado, más que un requisito técnico, se convierte en un rito doméstico que otorga identidad al utensilio: cada capa de cal, cada quemadura en la superficie, cada marca de uso narra la historia de una familia y su mesa. En torno al comal se tuestan semillas, se asan chiles, se calientan alimentos y, sobre todo, se levantan tortillas que alimentan a toda una nación.

Su presencia en la cocina de humo convierte cada preparación en un acto sensorial: el olor de la leña, el crepitar del fuego, la textura del barro caliente y el recuerdo de generaciones que han repetido los mismos gestos. El comal no es solo herramienta: es el alma encendida de la cocina tradicional mexicana, un compañero silencioso que acompaña la vida diaria.

Simbología

Más allá de su funcionalidad, el comal está cargado de simbolismo. Representa el centro del hogar, el espacio donde se prepara el sustento diario y se comparte la comida como acto de unión. Es símbolo de continuidad cultural, pues transmite saberes en un ciclo que resiste al paso del tiempo y la modernidad. Su uso reafirma la identidad de quienes mantienen vivas las tradiciones: cocinar en un comal de barro es un acto de pertenencia, una declaración de vínculo con la tierra. También tiene un carácter ritual, presente en la elaboración de tortillas para las fiestas, en la preparación de alimentos para celebraciones comunitarias o en el tatemado de chiles que anuncian festines familiares. El comal es un testigo sagrado que conecta lo cotidiano con lo trascendente, lo material con lo espiritual, lo efímero con lo eterno.


Juan Larrauri Scott

Emprendedor creativo promoviendo la cultura mexicana a través del arte, diseño y exposiciones.

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