Cómo nacen los objetos

Los objetos no aparecen de la nada. Nacen de una necesidad, de una intuición, de una respuesta concreta a la vida diaria. Bruno Munari, en su célebre libro Cómo nacen los objetos, desmenuzó con lucidez la forma en que las cosas surgen del encuentro entre función, materia y cultura. Tomando esa inspiración, podemos mirar hacia el mundo del diseño y la artesanía mexicana para entender que cada objeto tiene una genealogía secreta: una mezcla de memoria, ingenio y manos que le dan forma.

La necesidad como semilla

Todo objeto comienza como una pregunta: ¿cómo calentar el maíz?, ¿cómo transportar el agua?, ¿cómo protegernos del sol? La artesanía responde a estas preguntas desde lo esencial, con materiales disponibles y técnicas transmitidas de generación en generación. El diseño, por su parte, hace explícito el proceso: observa, define problemas, plantea soluciones. Pero en ambos casos el origen es la necesidad, esa chispa que detona la invención.

Un comal de barro surge para cocinar tortillas; una olotera, para desgranar maíz; un petate, para dormir fresco en noches calurosas. La forma nunca es capricho, sino consecuencia de un problema resuelto con elegancia.

El diálogo con la materia

En la artesanía, el material no es un recurso neutro, sino un interlocutor. El barro dicta sus límites de cocción, el carrizo exige flexibilidad y paciencia, la madera guarda vetas que orientan el corte. La creación, en cierto modo, es escuchar lo que la materia quiere decir.

Bruno Munari hablaba del “método proyectual”: observar, analizar, probar, ajustar. Los artesanos hacen lo mismo, aunque sin nombrarlo como tal. Dejan que la arcilla seque hasta el punto justo, que la fibra ceda al entretejido, que la piedra muestre por dónde conviene ser tallada. La materia enseña y guía.

El mayor obstáculo para apreciar una obra de arte es tratar de entenderla

Proceso y forma

El nacimiento de un objeto puede parecer espontáneo, pero siempre es un proceso:

  1. Observación – reconocer la necesidad.

  2. Selección – elegir el material adecuado.

  3. Transformación – aplicar técnicas que lo hagan útil.

  4. Adaptación – ajustar según la experiencia.

  5. Transmisión – enseñar a otros el resultado, para que se perfeccione.

El diseño contemporáneo tiende a documentar este ciclo con diagramas, prototipos y pruebas de usuario. La artesanía lo guarda en la práctica viva, en la memoria de la comunidad y en la repetición cotidiana que perfecciona cada detalle.

Cultura y símbolo

Ningún objeto es solo funcional. Una olla de barro es también un símbolo de comunidad; un rebozo, un signo de identidad; un molinillo, un eco de la vida cotidiana en torno al cacao. Los objetos nacen de necesidades, pero viven en un contexto cultural que les otorga significado.

En la cultura mexicana, muchos objetos artesanales están cargados de simbolismo: el comal como corazón de la cocina; el olote como memoria del maíz; la palma tejida como vínculo entre naturaleza y resguardo. Esa dimensión simbólica los convierte en herencia y no solo en herramienta.

Nacer una y otra vez

Un objeto no nace una sola vez. Cada generación lo recrea: cambia el material, la técnica, el uso. Un comal puede ser de barro, de piedra o de acero; una canasta puede ser de palma, de plástico reciclado o de fibras sintéticas. La esencia se mantiene: el problema resuelto, la forma básica, la relación entre función y vida.

En ese sentido, los objetos no son estáticos. Son organismos que evolucionan, que se adaptan a nuevos contextos. El artesano es tanto heredero como innovador: cuida la tradición, pero también la empuja hacia adelante.

Los objetos nacen cuando necesidad, materia y cultura se encuentran en un mismo gesto creativo. El diseño contemporáneo y la artesanía tradicional comparten este origen: uno con métodos explícitos, otro con procesos tácitos, pero ambos con la misma finalidad de mejorar la vida cotidiana.

Bruno Munari decía que no deben existir un arte separado de la vida, con cosas bellas para mirar y cosas feas para usar. En la artesanía esa lección está viva: un comal, una olotera, un molcajete son soluciones sencillas, bellas y profundas, que nacen del diálogo constante entre manos, tierra y vida.

Juan Larrauri Scott

Emprendedor creativo promoviendo la cultura mexicana a través del arte, diseño y exposiciones.

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