Este juego de té en miniatura, creado en Patamban, Michoacán, es una réplica fiel de los objetos cotidianos, reducidos a una escala que invita a la imaginación. Su delicadeza no le resta valor, sino que lo eleva a la categoría de pieza de colección, donde cada taza y la jarra son testigos del cuidado y la precisión del artesano.
El barro, modelado a mano, se transforma en un lienzo que se adorna con exquisitos patrones, un ejemplo del virtuosismo en la decoración. Estos diseños se logran con engobes naturales y una brocha fina, tradición que se ha transmitido de generación en generación. La quema a alta temperatura sella la belleza de cada elemento, dándoles su característico tono terroso y una durabilidad que los convierte en un tesoro.
Este juego de té en miniatura, creado en Patamban, Michoacán, es una réplica fiel de los objetos cotidianos, reducidos a una escala que invita a la imaginación. Su delicadeza no le resta valor, sino que lo eleva a la categoría de pieza de colección, donde cada taza y la jarra son testigos del cuidado y la precisión del artesano.
El barro, modelado a mano, se transforma en un lienzo que se adorna con exquisitos patrones, un ejemplo del virtuosismo en la decoración. Estos diseños se logran con engobes naturales y una brocha fina, tradición que se ha transmitido de generación en generación. La quema a alta temperatura sella la belleza de cada elemento, dándoles su característico tono terroso y una durabilidad que los convierte en un tesoro.